Optimizar el envasado es clave para cumplir, como mínimo, dos objetivos: minimizar los costes del envasado y ser más amigables con el medioambiente. ¿Por qué decimos esto? Porque ambas acciones están relacionadas con invertir únicamente la cantidad de material que es estrictamente necesaria.
A continuación compartimos algunas sugerencias que son aplicables a distintos tipos de envasado: desde sachets o sobres hasta botellas y otros formatos.
Lo que está involucrado en la optimización del envasado
En primer lugar, hay que saber que la cantidad de material que se escoja estará marcada por el peso. ¿Tienes claro cuál es el peso mínimo necesario para la protección y compactación de tu producto?
También hay que tener en cuenta que algunos formatos de envasado, como las botellas, están compuestas de dos componentes. Así que el aligeramiento de material puede llevarse a cabo en ambas piezas.
Claro, en la mayoría de los casos no hay un único material posible con el que fabricar el envase. Si eres flexible en este sentido, se pueden encontrar alternativas de materiales con propiedades similares que sean más económicas en ese momento en el mercado.
Por supuesto, jugar con estos elementos jamás debe afectar a las propiedades del envase. Como ejemplo, hay que conservar la solidez, ergonomía, resistencia, y todas aquellas características propias de la marca.
Y, para acabar, otra de las características que debe analizarse es si es conveniente aumentar o reducir el formato. La cantidad de producto que porta el envase también es clave.
Al hacerlo así, no solo lograrás optimizar el envasado, sino que este será más liviano y manejable, lo que acaba siendo una ventaja diferencial para el cliente final.
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